Señor, Tú eres mi Pastor, el guía de mi vida, el dador de todo lo bueno, y por ello, con fe y amor me acerco a Ti. Aunque camine por valles oscuros y sombríos, no temo mal alguno porque Tú, oh Dios, estás conmigo. Tú eres mi luz, mi protector y mi salvador, y confío plenamente en tu bondad y misericordia.
Oh Señor, gracias por llevarme a lugares de descanso y paz, por restaurar mi alma y guiarme por sendas de justicia. Gracias por tu constante presencia que me da consuelo y esperanza, y por tu providencia que satisface todas mis necesidades.
En los momentos de prueba y tribulación, clamo a Ti con fe, sabiendo que tu vara y tu cayado me protegen y me guían. Me rindo ante Tu amor y bondad, y recuerdo tus promesas de estar siempre conmigo.
Dios mío, unges mi cabeza con aceite, y mi copa rebosa de tus bendiciones. Aunque esté rodeado de dificultades y enemigos, preparas una mesa ante mí, me honras y me das abundancia. Te agradezco por tu gracia infinita y tu amor inagotable que me siguen cada día de mi vida.
Confiado en tu palabra, creo que moraré en tu casa, en tu presencia eterna, por siempre. Acepta esta oración como un acto de mi fe y confianza en Ti, como un recordatorio del dulce y poderoso mensaje del Salmo 23, que resuena en mi corazón como un cántico de amor y devoción a Ti.
En el nombre de Jesús, amén.