PIEDAD, PIADOSO

La piedad es una pasión humana casi universal, pero indefinible. En Aristóteles es la base de la tragedia; el autosacrificio de Prometeo por la bondad del hombre; inicialmente en Dios (un contrapeso a la justicia). Seis raíces hebreas y cinco griegas (cerca de doscientas veces en el AT, ochenta en el NT) se traducen piedad, misericordia, compasión. La idea es notable en los Salmos y Profetas (Sal. 103:13; 136 en cada versículo; Is. 54:8, 10). La piedad les es negada a los herejes cuando la religión verdadera está amenazada (Dt. 13:8; cf. también 2 Jn. 10; Mt. 23:33). Caracteriza a Dios tocando a los penitentes (Is. 55:7). En el hombre, un símbolo ilustrativo es el del buen samaritano (Lc. 10:33, 37). La manifestación más grande la vemos en Dios, a través del Salvador (2 Jn. 3).

Piadoso es un predicado, en relación con Dios (1 P. 2:8), o el hombre (Stg. 5:4); una vez atributivo (Lm. 4:10). La emoción piadosa, despreciada por los estoicos, es una «forma que toma el amor», además de una indicación de una fortaleza de carácter en la divinidad.

Robert F. Gribble

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (473). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología