PROFETISA

Profetisa (heb. nebî’âh; gr. profetis). Mujer llamada por Dios para desempeñar el oficio profético. El don de profecí­a de tanto en tanto fue otorgado a mujeres devotas así­ como lo fue a los hombres. Marí­a fue la 1ª mujer en la Biblia honrada con este tí­tulo (Exo 15:20, 21; cf Num 12:2). Miqueas la nombra junto con Moisés y Aarón como instrumentos de Dios en el éxodo (Mic 6:4). Los israelitas recurrieron a la profetisa Débora como jueza en los dí­as en que Jabí­n y Sisara oprimí­an a Israel (Jdg 4:4-15). Hulda fue una profetisa de confianza durante el reinado de Josí­as (2Ki 22:12-20). Otras profetisas bí­blicas fueron Ana (Luk 2:36) y las 4 hijas de Felipe (Act 21:8, 9). “Profetisa” en Isa 8:3 puede designar sencillamente a la esposa de un profeta.* Propiciación. Véase Expiación.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

Una mujer que ejercí­a el don profético en el antiguo Israel o en la iglesia de los primeros tiempos. Hay al menos cinco mujeres a las que se llama profetisas en el AT:
( 1 ) Marí­a, hermana de Moisés (Exo 15:20);
( 2 ) Débora (Jdg 4:4);
( 3 ) Hulda (2Ki 22:14);
( 4 ) Noadí­a (Neh 6:14) y
( 5 ) la esposa de Isaí­as, de quien no se conoce el nombre, a cuyos hijos Isaí­as dio nombres proféticos (Isa 8:3). En el NT las profetisas son Ana (Luk 2:36) y las cuatro hijas de Felipe el evangelista (Act 21:8-9). Después de Pentecostés, desapareció la diferenciación entre los sexos con relación a los dones proféticos (Act 2:18; comparar Joe 2:28). Ver PROFETAS.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(mujeres profetas).

– En Israe: Exo 15:20, Jue 4:4, Is-Jue 8:3.

– En el N.T.

Ana: (Luc 2:36); las 4 hijas de Felipe: (Hec 21:8-9).

– “Cada cristiana” tiene el honor y deber de ser “profetisa”, como exponí­amos anteriormente.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

tip, PROF

vet, (a) Mujer llamada por Dios al ministerio profético. Marí­a, la hermana de Aarón y de Moisés, era profetisa (Ex. 15:20, 21; Nm. 12:2; Mi. 6:4); Débora fue otra profetisa (Jue. 4:4). Los israelitas recurrí­an a las instrucciones de Débora; el Señor se sirvió de ella para anunciar Su voluntad al pueblo (Jue. 4:5, 6, 14). Hulda ejerció también el ministerio profético. El rey Josí­as ordenó al sumo sacerdote que consultara con ella acerca del libro de la Ley hallado en el Templo; ella le reveló entonces los propósitos de Dios (2 R. 22:11-20). El evangelista Felipe tení­a cuatro hijas ví­rgenes que profetizaban (Hch. 21:9). (b) Esposa de un profeta: ésta es la interpretación más plausible de Is. 8:3.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[013]

Mujer que se dedicaba a la profecí­a, en sentido doble: o como iluminada por Dios y como tal aparece en la Biblia; o como pitonisa o enlace con los í­dolos y, como tal, aparece como figura significativa en muchas religiones orientales.

Marí­a o Miryan, la hermana de Moisés, se presenta como profetisa (Ex. 15.20). Débora (Jue. 5.7) anima a la lucha como vidente de Dios. Julda, en tiempo de los Reyes (2 Rey. 22.14-20), es consultada. Noadya aparece (Neh. 6.14) como mujer vidente que se le opone a Nehemí­as. En algunos profetas (Ez. 13. 17-23) se amenaza a las mujeres que profetizan falsamente.

En el Nuevo Testamento aparece Ana la profetisa (Luc. 2.36), que anuncia maravillas sobre Jesús. Y se habla también de las cuatro hijas de Felipe, que eran profetisas (Hech. 21.9). Y, para terminar, en el Apocalipsis se cita a la profetisa Yezabel (Ap. 2.20).

Por lo tanto en Israel antiguo y en el nuevo hay lugar para la profecí­a femenina, a juzgar por estos destellos. Y la profecí­a era dignidad, contacto con Dios, misterio celeste.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

En el A. T. hubo profetisas, mujeres que tuvieron la vocación de profetas (Débora: Jue 4, 4; Jolda: 2 Re 22, 14; Noadí­as: Neh 6, 14). Hubo también falsas profetisas (Ez 13, 17-23). Los evangelios nos hablan de Ana la profetisa, que estaba en el templo llevando una vida de oración y de penitencia y que, inspirada por el Espí­ritu Santo, alabó al Señor cuando la presentación en el templo del Niño Jesús (Lc 2, 36-39).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

Mujer que profetiza o realiza el trabajo de un profeta. Como se ha mostrado en los artí­culos PROFETA y PROFECíA, el significado básico de profetizar es anunciar por inspiración los mensajes procedentes de Dios, revelar la voluntad divina, aunque no siempre implique la predicción del futuro. Al igual que existieron profetas verdaderos y falsos, también Jehová utilizó a algunas profetisas y las impulsó con su espí­ritu, mientras que hubo otras que fueron falsas profetisas, a las que desaprobó.
Mí­riam es la primera mujer a la que la Biblia llama profetisa. Probablemente Dios transmitió uno o más mensajes por medio de ella, quizás mediante canciones inspiradas. (Ex 15:20, 21.) Por eso Mí­riam y Aarón le dijeron a Moisés: †œ¿No ha hablado también [Jehová] por nosotros?†. (Nú 12:2.) El propio Jehová dijo por medio del profeta Miqueas que habí­a enviado a †œMoisés, Aarón y Mí­riam† delante de los israelitas cuando los sacó de Egipto. (Miq 6:4.) Aunque a Mí­riam se le otorgó el privilegio de transmitir mensajes divinos, no tuvo la misma relación con Dios que su hermano Moisés, y cuando no se mantuvo en su lugar apropiado, Dios la castigó con severidad. (Nú 12:1-15.)
En el perí­odo de los jueces, Débora sirvió de fuente de información procedente de Jehová, dando a conocer sus juicios sobre ciertos asuntos y transmitiendo su instrucción, como en el caso de sus mandatos a Barac. (Jue 4:4-7, 14-16.) Durante aquel perí­odo de debilidad y apostasí­a nacional, fue de manera figurada la †œmadre en Israel†. (Jue 5:6-8.) La profetisa Huldá sirvió de forma similar en los dí­as del rey Josí­as, dando a conocer el juicio de Dios respecto a la nación y su rey. (2Re 22:14-20; 2Cr 34:22-28.)
Isaí­as llama a su esposa †œla profetisa†. (Isa 8:3.) Si bien algunos comentaristas apuntan que solo lo era en el sentido de que estaba casada con un profeta, tal hipótesis carece de pruebas bí­blicas que la respalden. Parece más probable que hubiera recibido alguna asignación profética de Jehová, como las profetisas anteriores.
Nehemí­as no habla de manera favorable de la profetisa Noadí­as, pues junto con †œlos demás profetas† intentó atemorizarle a fin de impedir la reconstrucción de los muros de Jerusalén. (Ne 6:14.) El que actuara en contra de la voluntad de Dios no tiene por qué significar que antes no hubiera disfrutado de una posición acepta.
Jehová habló a Ezequiel de mujeres israelitas que estaban †œactuando como profetisas desde su propio corazón†. Esto indica que Dios no las habí­a comisionado, sino que ellas se habí­an erigido en falsas profetisas. (Eze 13:17-19.) Sus acciones y propaganda eran un lazo con el que †˜cazaban almas†™, pues condenaban al justo y dejaban impune al malhechor. No obstante, Jehová liberarí­a a su pueblo de sus garras. (Eze 13:20-23.)
En el siglo I E.C., cuando los judí­os todaví­a eran el pueblo que estaba en relación de pacto con Jehová, la anciana Ana sirvió de profetisa. Ella †œnunca faltaba del templo, rindiendo servicio sagrado noche y dí­a con ayunos y ruegos†. Al †œhablar acerca del niño [Jesús] a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén†, profetizó en el sentido básico de †˜anunciar†™ una revelación del propósito de Dios. (Lu 2:36-38.)
El don de profetizar era uno de los dones milagrosos del espí­ritu concedidos a la congregación cristiana recién formada. Ciertas mujeres cristianas, como las cuatro hijas ví­rgenes de Felipe, profetizaron bajo el impulso del espí­ritu santo de Dios (Hch 21:9; 1Co 12:4, 10) en cumplimiento de Joel 2:28, 29, donde se predijo que †˜sus hijos y sus hijas ciertamente profetizarí­an†™. (Hch 2:14-18.) Sin embargo, ese don no eximí­a a la mujer de la responsabilidad de estar en sujeción a su esposo o a los varones de la congregación cristiana; cuando profetizaba, tení­a que ponerse una cobertura sobre la cabeza en sí­mbolo de dicha sujeción (1Co 11:3-6), y no podí­a ser maestra dentro de la congregación. (1Ti 2:11-15; 1Co 14:31-35.)
En la congregación de Tiatira habí­a una mujer semejante a Jezabel que afirmaba tener poderes proféticos, pero debido a que siguió el proceder de las antiguas profetisas falsas, Jesucristo la condenó en su mensaje a Juan registrado en Revelación 2:20-23. Ella actuó impropiamente como maestra y descarrió a algunos miembros de la congregación a prácticas incorrectas.

Fuente: Diccionario de la Biblia

profetis (profh`ti”, 4398), forma femenina de profetes (véase PROFETA, Nº 1). Se utiliza de Ana, Luk 2:36; es el tí­tulo que se autoatribuye “esa mujer Jezabel” en Rev 2:20:¶ PROFETIZAR, PROFECíA, PROFETICO A. NOMBRE profeteia (profhteiva, 4394), significa la proclamación de la mente y consejo de Dios (pro, delante; femi, hablar: véase PROFETA); en el NT se utiliza: (a) del don (p.ej., Rom 12:6; 1Co 12:10; 13.2); (b) ya del ejercicio del don, ya de aquello que es profetizado (p.ej., Mat 13:14; 1Co 13:8; 14.6,22 y 1Th 5:20; 1Ti 1:18; 4.14; 2Pe 1:20,21; Rev 1:3; 11.6; 19.10; 22.7,10,18,19).¶ “Aunque mucha parte de la profecí­a del AT era puramente predictiva, véase, p.ej., Mi 5.2, y cf. Joh 11:51, la profecí­a no es necesariamente, y ni siquiera primariamente, predicción. Es la declaración de aquello que no puede ser conocido por medios naturales (Mat 26:68), es la proclamación de la voluntad de Dios, tanto si es con referencia al pasado como al presente o al futuro, véanse Gen 20:7; Deu 18:18; Rev 10:11; 11.3. “En pasajes tales como 1Co 12:28; Eph 2:20, los “profetas” son puestos después de los “apóstoles”, por cuanto no son los profetas de Israel los allí­ mencionados, sino los “dones” del Señor ascendido (Eph 4:8,11; cf. Act 13:1); el propósito del ministerio de estos profetas era el de edificar, consolar y alentar a los creyentes (1Co 14:3), en tanto que su efecto sobre los incrédulos era el de mostrar que los secretos del corazón del hombre son conocidos por Dios, para convencer de pecado, y constriñendo a la adoración (vv. 24,25). “Con el cierre del canon de las Escrituras es evidente que la profecí­a se ha acabado (1Co 13:8, 9). El maestro ha tomado, en su medida, el lugar del profeta, cf. el significativo cambio en 2Pe 2:1: La diferencia es que en tanto que el mensaje del profeta era una revelación directa de la mente de Dios para la ocasión, el mensaje del maestro es tomado de la revelación finalizada, las Escrituras” (de Notes on Thessalonians, por Hogg y Vine, pp. 196-197). B. Verbo profeteuo (profhteuvw, 4395), ser profeta, profetizar. Se utiliza: (a) con el significado primario de proclamar los consejos divinos (p.ej., Mat 7:22; 26.68; 1Co 11:4,5; 13.9; 14.1, 3-5,24,31,39; Rev 11:3); (b) de predecir el futuro (p.ej., Mat 15:7; Joh 11:51; 1Pe 1:10; Jud_14). C. Adjetivo profetikos (profhtikov”, 4397), de la profecí­a, o relacionado con ella, o procediendo de un profeta, profético. Se utiliza de las Escrituras del AT (Rom 16:26 “de los profetas”, RV, RVR, RVR77, VM, LBA; Besson: “proféticos”); 2Pe 1:19 “la palabra profética más segura”, o sea, confirmada por la persona y obra de Cristo.¶ PROFUNDIDAD, PROFUNDO, PROFUNDAMENTE A. NOMBRES 1. bathos (bavqo”, 899), se utiliza: (a) en sentido natural, en Mat 13:5 “profundidad”; Mc 4.5, í­dem; Luk 5:4, de aguas profundas, traducido “mar adentro”; Rom 8:39 (donde se contrasta con jupsoma, “lo alto”); (b) metafóricamente, en Rom 11:33, de la sabidurí­a y ciencia de Dios; en 1Co 2:10, de los consejos de Dios; en Eph 3:18, de las dimensiones de la esfera de las actividades de los consejos de Dios, y del amor de Cristo que ocupa esta esfera; en 2Co 8:2, de una profunda pobreza (lit., “su pobreza desde su profundidad”); en TR se usa en Rev 2:24 “las profundidades de Satanás”, en lugar de bathus, véase B más abajo.¶ 2. pelagos (pevlago”, 3989), mar (Act 27:5), denota también “lo profundo” del mar (Mat 18:6). Este término está relacionado, con la mayor de las probabilidades, con una forma de plesso, golpear, y plege, golpe, sugerente del batir de las olas. Los hay que lo relacionarí­an con plax, tabla plana, pero es improbable, y menos aplicable a la utilización general del término, que denota por lo general el mar en su carácter agitado. Véase MAR, Nº 2.¶ B. Adjetivo Y Adverbio bathus (baquv”, 901), relacionado con A, Nº 1, profundo. Se usa en Joh 4:11, dicho de un pozo, “es hondo”; en Act 20:9, de un sueño, “profundo”; en Rev 2:24 se utiliza el plural, de las profundidades, de los malvados designios y operaciones de Satanás.¶ Notas: (1) En Luk 24:1 algunos mss. tienen batheos, caso genitivo, con orthros, alba; los mss. más aceptados tienen batheos, profundamente, esto es, muy temprano, “muy de mañana”. (2) En Mc 9.12, “gimiendo profundamente” (VM), representa el verbo anastenazo, emitir un profundo suspiro (ana, arriba; stenazo, suspirar o gemir). Véase GEMIR, A, Nº 2.¶ (3) Para embrimaomai, traducido “profundamente conmovido” en Joh 11:38, véase CONMOVER, Nº 4, y también ENCARGAR, Nº 1, ESTREMECER(SE), MURMURAR.

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

(heb. neḇı̂˒â; gr. profētis). En ambos testamentos el vocablo “profetisa” se usa para mujeres con sentido tan amplio como “profeta” para hombres.

Las profetisas que se mencionan específicamente son las siguientes: María, hermana de Moisés, la que dirigió una danza coral en celebración de la liberación de Israel de la esclavitud egipcia (Ex. 15.20); Débora, mujer de Lapidot, “madre en Israel” (Jue. 5.7), a quien se consultaba como jueza intertribal (Jue. 4.4); Hulda, mujer del guarda de las vestiduras reales, quien declaró a Josías la voluntad divina despues del descubrimiento del libro de la ley (2 R. 22.14); Noadías, la que se unió a otros profetas en una tentativa de intimidar a Nehemías (Neh. 6.14); y Ana, quien alabó a Dios en el templo cuando fue presentado el niño Jesús (Lc. 2.36ss).

A la mujer de Isaías se le llama “profetisa” (Is. 8.3), quizas porque era esposa de un profeta. Las cuatro hijas de Felipe, cuyos nombres no se mencionan, profetizaron en Cesarea (Hch. 21.9). En la iglesia primitiva, como se indica en las cartas de Pablo a los Corintios, el don de *profecía fue ejercido por diversos creyentes, sin distinción de sexo (cf. 1 Co. 11.4s). Esto concordaba con la profecía de Jl. 2.28 (“vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán”), que se cumplió en el día de Pentecostés (Hch. 2.16ss).

Hubo falsas profetisas además de falsos profetas en Israel (cf. Ez. 13.17). En el NT adquiere notoriedad no envidiable “esa mujer Jezabel, que se dice profetisa” (Ap. 2.20).

M.B.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico