Estos versículos son parte de una profecía que se cumplió en tipo en el año 69 d.C. cuando los cristianos huyeron justo antes de que comenzara el asedio final de Jerusalén por parte de los romanos, antes de su destrucción total en el año 70 d.C. especialmente duro. (Él usa “ay” con compasión en Mateo 24:19 , a diferencia de su uso despectivo del término en Mateo 23:13 ).
Quizás podamos entender por qué Cristo dijo que oraran para que su huida de Jerusalén no fuera en invierno o en sábado (versículo 20) al notar lo que ocurrió en el año 70 d . C. Según el historiador judío Josefo, Jerusalén estaba entonces dividida en varias facciones. Una facción quería rendirse a los romanos y evitar la destrucción. Otra facción, decidida a luchar contra los romanos sin importar cuán desesperado fuera el resultado, no permitiría que el resto abandonara la ciudad para rendirse. La única manera de escapar era salir con azadones, rastrillos y cosas por el estilo, con el pretexto de realizar tareas regulares en los campos. En estas condiciones, uno no podía llevar ropa extra, otras pertenencias o niños pequeños sin ser notado y capturado.
El sábado y las condiciones invernales agravaron el problema. Durante estos tiempos, la gente no saldría de la ciudad para trabajar en los campos. Si llegaba entonces el momento de huir, pocos, si alguno, podrían escapar. Por lo tanto, los cristianos debían orar para que el tiempo de huir no cayera en invierno o en sábado. También debe notarse que un problema de conciencia podría afectar a algunos cuya única oportunidad de huir ocurrió en sábado. Para estas personas, lo mejor sería que oren para que Dios no permita que eso suceda.
El tiempo viene nuevamente, durante la Gran Tribulación, cuando Jerusalén será rodeada por ejércitos. Cualquier cristiano que se encuentre allí en ese momento tendrá que huir a un lugar seguro para evitar el terrible derramamiento de sangre que está profetizado. Los cristianos deben orar para que no se enfrenten a ninguna de estas condiciones cuando llegue el momento.