Hubo un tiempo, en Estados Unidos, en que no aceptábamos el lenguaje, los gestos o el comportamiento groseros en la sociedad educada —ciertamente no en compañía mixta— y nunca durante el horario estelar de la televisión. Las palabras y acciones ofensivas, aquellas que transgredían la decencia, estaban reservadas para lugares de entretenimiento “solo para adultos”, callejones y el proverbial vestuario.
Por desgracia, ese ya no es el caso. El discurso público y lo que pasa por entretenimiento son ahora más vulgares que nunca. La vulgaridad se ha generalizado y a pocos, si es que a alguno, parece importarle.
Hace nueve años, el Dr. R. Albert Mohler, como presidente del Seminario Teológico Bautista del Sur, escribió un artículo denunciando el crecimiento de la vulgaridad en Estados Unidos. En él proclamó:
El colapso de la barrera entre la cultura popular y la decadencia ha desatado una avalancha tóxica de vulgaridad en las habitaciones familiares de la nación, y en casi todas partes. Casi no hay rincón remoto de esta cultura que no esté marcado por la tolerancia de la vulgaridad o la celebración absoluta de la depravación.
Las salas de cine y los clubes de striptease solían ser los únicos lugares para ver la sexualidad gráfica de acción en vivo. Con el advenimiento del reproductor/grabador de casetes de video, tales formas básicas de “entretenimiento” entraron en la sala de estar estadounidense. Hoy en día, el avance de la tecnología sigue desempeñando un papel importante en la incorporación de nuestra vulgaridad cultural.
Señalando el desafortunado impacto de la tecnología en nuestra cultura, el escritor y crítico cultural estadounidense Lee Seigel escribió un artículo muy leído titulado “America the Vulgar” para el Wall Street Journal en diciembre de 2013. Seigel opinó:
Hoy en día, nuestras normas culturales están impulsadas en gran parte por la tecnología, que a su vez suele estar moldeada por los impulsos más bajos de la cultura. Detrás del éxito de Internet en hacer que las imágenes obscenas sean un lugar común está el pequeño hecho sucio de que fue la industria de la pornografía la que revolucionó la tecnología de Internet. La transmisión de video, la tecnología como Flash, [y] los sitios que confirman la validez de las tarjetas de crédito fueron todas innovaciones del negocio de la pornografía.
De hecho, a medida que avanzaba la tecnología, especialmente en el ámbito de Internet, la pornografía y toda su herencia vil y destructiva se volvieron más ubicuas, menos estigmatizadas y altamente monetizadas.
A medida que las plataformas de transmisión se apoderan de la visualización de televisión en el hogar, la programación más popular, como era de esperar, está impregnada de indecencia. La glorificación de la violencia gráfica, la desnudez y el lenguaje con clasificación X domina la mayoría de las ofertas más nuevas. Como resultado, las cadenas heredadas (como CBS, ABC, Fox, NBC) se esfuerzan por competir mediante la producción de material “más atrevido” repleto de lenguaje más vulgar, temas e incluso desnudez borrosa o pixelada.
Incluso nuestros políticos se están metiendo en el acto. Una tendencia reciente revela que los políticos populares salpican sus discursos con un lenguaje grosero y subido de tono, lo que alimenta la acritud, el odio y la malicia hacia sus oponentes. Y la derecha conservadora del Partido Republicano recurre a un grito de guerra de “¡Vamos, Brandon!” con su significado eufemístico y vulgar.
Después de las batallas de las décadas de 1950, 1960 y 1970 para mantener la música rock y pop lo más “PG” posible, especialmente en la radio, la vulgaridad exagerada del rap y el hip hop ahora confronta a la industria de la música popular. Lamentablemente, estamos presenciando mucha menos lucha y mucha más aceptación y cumplimiento en la industria, los medios y el público comprador de estos géneros. Todavía hay censura y “pitido” del lenguaje más nocivo en la radio. Aún así, la música disponible para que la mayoría de la gente pueda comprarla y reproducirla fácilmente es deprimentemente repulsiva. Promueve el comportamiento sexual degenerado y degradado, el uso de drogas y la violencia, convirtiendo en celebridades a las mujeres, gánsteres y matones de mente superficial.
Cada año, millones de espectadores estadounidenses e internacionales miran con entusiasmo el espectáculo de entretenimiento de medio tiempo del Super Bowl de la Liga Nacional de Fútbol Americano, generalmente interpretado por un artista musical popular, una banda o una colección de ellos. A menudo visto como un barómetro de la cultura estadounidense, la inquietante oferta de este año ciertamente no fue una excepción.
La NFL, responsable de seleccionar el talento y administrar el espectáculo, eligió una infame colección de “artistas” de rap y hip hop para rendir homenaje a los repugnantes géneros. Durante quince minutos, la audiencia masiva del Super Bowl, repleta de niños pequeños, fue objeto de una glorificación y celebración de la cultura Hip Hop, una cultura inundada de hipersexualidad, uso manifiesto de drogas, violencia de pandillas y un asalto general a la sociedad civil.
El rap y el hip hop tienen más de 30 años cada uno, por lo que pocos se sorprendieron por el contenido profano realizado. Sin embargo, lo que fue sorprendente fue la aclamación casi unánime que recibió el programa por parte de los medios, políticos, observadores culturales y la audiencia. Los pocos portavoces conservadores que se atrevieron a criticar fueron inmediatamente abucheados, vilipendiados y avergonzados en todos los medios de comunicación.
El autor y columnista Steven Kalas, escribiendo para Sparks Tribune , declaró en su artículo de 2017, “La vulgaridad no hará grande a Estados Unidos”: “La rendición total a la vulgaridad tiene consecuencias. Tiene un efecto de eco. Libera energías oscuras, haciendo ping-pong como una sirena de seducción de miedo e ira”.
Lamentablemente, los estadounidenses siguen cegados por su Creador ante estas trágicas consecuencias ( Deuteronomio 28:28-29 ). Su aceptación total de la vulgaridad es desgarradora y presagia un futuro sombrío. Como cristianos, debemos tener cuidado con una sociedad que celebra abiertamente pensamientos, palabras y actividades malsanas, centrándose en cambio en palabras y acciones que elevan y edifican a todos ( Efesios 4:29-32 ; 5:3-4; Gálatas 5:19 ). -22 ).