Después de desembarcar del arca, Dios le ordenó a Noé que “Fructificara y multiplíquese y llene la tierra.” Debemos notar la enormidad de esta tarea. Las actividades de la casa de Noé se limitaron a aquellas que promoverían la población del planeta. Se regularían los comportamientos de riesgo y se promoverían estilos de vida que brindaran protección (promoción de una sociedad pacífica y respetuosa de la ley) y un futuro para la familia (heterosexualidad).
Para esto Dios da provisión extra, es decir, ventajas si se quiere, a la casa de Noé. Ocho almas tuvieron que competir con los muchos animales que fueron liberados del arca que competían por la comida. Sin esta provisión las ocho almas de la casa de Noé podrían haber sido alimento para los hambrientos carnívoros preservados del diluvio.
Dios puso miedo en los animales para proteger al hombre.
La humanidad, en pequeñas cantidades, no era rival para los animales que habían sido preservados. Vemos la sabiduría de Dios también cuando los seres humanos existirían más tarde en grandes cantidades. Este miedo también serviría para preservar el reino animal.
Dios permitió que los animales fueran comidos por el hombre.
Al observar Génesis 1:29, ciertamente parece que el hombre no había sido autorizado comer carne antes de esto. El hombre, al principio, estaba en un jardín con mucha comida. Este cambio en la dieta del hombre puede haber sido para proporcionar suficiente alimento a una mayor parte de la tierra. Esto pudo haber hecho posible que el hombre se extendiera por la tierra y no solo se concentrara en las áreas frondosas.
Dios dio una ley para la protección del hombre.
La preservación de la sociedad requiere castigo para los malhechores. Dios dio una ley diseñada para detener la ola de asesinatos e impartir justicia.
Deberíamos recordarnos a nosotros mismos y a los demás en el clima político actual que el consumo de carne está autorizado por Dios, así como también lo es. la pena de muerte para los asesinos. Nunca debemos retroceder en esta posición.