La obra del Espíritu Santo se puede ver en la creación y la redención. A continuación, se presenta una breve descripción de la obra del Espíritu Santo en estos dos ámbitos:
1. Creación: En la creación, el Espíritu Santo estuvo presente en la obra de Dios desde el principio. En Génesis 1:2, se dice que “el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Es decir, el Espíritu Santo participó en la creación del universo junto con el Padre y el Hijo. La Biblia también nos habla del Espíritu Santo como el dador de vida (Job 33:4), lo que sugiere que el Espíritu Santo es quien da vida a todas las cosas vivientes.
2. Redención: En la obra de la redención, el Espíritu Santo tiene un papel fundamental en la vida del cristiano. Primero, el Espíritu Santo convence al pecador de su necesidad de salvación (Juan 16:8). Luego, el Espíritu Santo obra la regeneración, es decir, da vida espiritual al cristiano (Tito 3:5). Además, el Espíritu Santo mora en el cristiano, y obra la santificación en su vida, produciendo fruto espiritual (Gálatas 5:22-23). También, el Espíritu Santo capacita al cristiano para vivir una vida de fe y servicio, dotándolo de dones espirituales (1 Corintios 12:4-11). Finalmente, el Espíritu Santo es quien sella al cristiano como propiedad de Dios, asegurando su salvación eterna (Efesios 1:13-14).
La obra del Espíritu Santo se puede ver tanto en la creación como en la redención. En la creación, el Espíritu Santo participó en la obra de Dios desde el principio. En la redención, el Espíritu Santo obra la regeneración, la santificación y capacita al cristiano para vivir una vida de fe y servicio, dotándolo de dones espirituales. Además, el Espíritu Santo sella al cristiano como propiedad de Dios, asegurando su salvación eterna.