Padre Misericordioso,
En este momento de fragilidad física y dolor, acudo a Ti en busca de serenidad y paz interior. Tu Palabra me recuerda en Salmos 41:3 que Tú “le darás vigor sobre el lecho de su enfermedad, y harás que en su lecho tome aliento de nuevo.”
Reconozco que mi cuerpo se siente débil y cansado, pero pongo mi esperanza en Ti, Señor, pues Tú eres mi refugio y fortaleza, mi socorro bien presente en la enfermedad (Salmos 46:1).
Concédeme la serenidad que proviene de saber que estoy en Tus manos amorosas. Aunque mi mente a veces se turba ante la incertidumbre, ayúdame a descansar en la promesa de Isaías 26:3, que dice: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera, porque en Ti ha confiado.”
Envía Tu Santo Espíritu para que more en mí y me recuerde que no estoy sola(o) en este camino. Que Tu presencia me dé la fuerza y el ánimo necesarios para enfrentar cada día con valentía y esperanza.
Gracias, Señor, porque aunque mi cuerpo se debilite, Tú prometes renovar mis fuerzas como las del águila (Isaías 40:31). Confío en que todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13).
En los momentos de mayor angustia, permite que Tu paz indescriptible guarde mi corazón y mi mente en Cristo Jesús (Filipenses 4:7). Ayúdame a descansar en la certeza de que Tú estás conmigo y me sostendrás.
En el nombre de Jesús, mi Salvador y Sanador, presento esta oración. Amén.