El Catecismo Menor de Westminster y otras confesiones de fe definen el pecado como “falta de conformidad o transgresión de la ley de Dios”. Por lo tanto, es necesario conocer su esencia en base a los términos bíblicos que examinaremos a continuación.
Violación, no dar en el blanco, transgresión, abominación.
La Biblia examina el pecado como una infracción de la ley de Dios, porque al no cumplir la ley de Dios la estamos rompiendo o infringiendo ( 1 Juan 3: 4 ). Las palabras más comunes para “pecado” en hebreo y griego significan “no dar en el blanco”, “cometer errores”, “errar” (una idea se encuentra en Jueces 20:16 ).
También podemos definirlo como “transgresión” a una orden o ley dada por un rey terrenal ( Ester 3: 2-3 ) o la ley de Dios ( Números 14:41 ). El término que describe la actitud de Dios hacia el pecado y su efecto en Él, es “abominación”, como idolatría ( Deuteronomio 7: 25-26 ), homosexualidad ( Levítico 18:22 ; 20:13 ), etc.
Traición, perversión, rebelión, no amar a Dios y no glorificar a Dios.
Además, el pecado a veces se ve como “traición” al romper la fidelidad o lealtad que debe mantenerse a Dios ( Levítico 26:40 ), y también como “perversión”, como alguien que tiene un corazón “torcido” o pervertido ( Proverbios 12 : 8 ). También se describe como “rebelión”, que tiene la connotación de desobediencia e incredulidad ( Isaías 1: 2 , 20 ; Ezequiel 2: 3 ). Además, el pecado es visto como “no amar a Dios” ( Marcos 12:30 ) y como “no glorificar a Dios”, ya que rompe la esencia misma de lo que fue creado ( 1 Corintios 10:31 ).
Desde un punto de vista centrado en Cristo dentro del marco general de la redención, el término clave para el pecado es “transgresión de la ley de Dios”, ya que fueron nuestros primeros padres quienes transgredieron la primera ley dada por Dios ( Génesis 2: 16- 17 ) y por lo tanto fueron declarados culpables ante Él. Sin embargo, en Cristo nuestro último Adán, somos declarados justos ante Dios solo por fe en Él, porque Él no solo murió por nosotros , sino que vivió por nosotros, cumpliendo toda la ley de Dios.
¡Gracias, Dios, por salvarme a través de la vida y la muerte de Cristo!
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